29 abril, 2006

Saber contar

Entrevista con el astrofísico francés Pierre Léna
"Hoy hay que saber leer, escribir, contar y razonar"

Revolucionó la enseñanza de la ciencia en la escuela primaria "Soy el mayor de seis hermanos; tengo cuatro hijos y diez nietos. Siempre he vivido entre niños", afirma el doctor Pierre Léna -con una sonrisa, a pesar de haber llegado pocas horas antes desde París- para explicar su pasión por la enseñanza en la escuela primaria.
Léna, uno de los creadores del programa "La main à la pâte" (La mano en la masa), que está revolucionando la enseñanza de la ciencia en gran escala, llegó a Buenos Aires para dar una conferencia en la Feria del Libro y participar de una mesa redonda en la Alianza Francesa (ver aparte).
En la última década, junto con el premio Nobel Georges Charpak e Yves Quéré, también físicos, logró lo que se creería imposible: seducir a decenas de miles de chicos con las maravillas del conocimiento científico. En estos momentos, más de trescientos mil maestros franceses, pero también docentes de China, Brasil, Chile y la Argentina, entre otros, lo están poniendo en práctica.
-Doctor Léna, ¿qué lo llevó a incursionar en la enseñanza de la ciencia en la escuela primaria?
-Siempre me apasionó la transmisión del conocimiento. Cuando uno descubre algo, el primer impulso es comunicarlo, compartirlo, aunque no forzosamente a los chicos. Yo era presidente del Instituto Nacional Francés de Investigación en Pedagogía y de la Sociedad de Física, cuando el Ministerio de Educación comenzaba a interesarse en la enseñanza de las ciencias en las escuelas primarias francesas. "La mano en la masa" empezó en pequeña escala, pero muy rápidamente tuvo una trascendencia internacional que no esperábamos. Entonces vimos que había que actuar de forma más organizada y que en todos los países donde la escuela primaria cambiaba realmente había científicos de alto nivel participando en el proyecto.
-¿Por qué se interesaron en los más chicos?
-Hay una razón: ellos son golosos de ciencia. Entre los seis y los doce años se sienten ávidos de saber sobre el mundo y bombardean de preguntas a sus padres, a sus maestros. Es lo que en nuestro libro llamamos "la edad de oro de la curiosidad". En ese momento hay que actuar. Ocurre lo mismo que cuando se aprende a leer: se puede hacer a los quince años, pero es más difícil.
-¿Por qué cree usted que los jóvenes no se interesan en la ciencia?
-Las encuestas son muy claras: hay una relación inversa entre el nivel de desarrollo económico de un país y los intereses de los adolescentes en la ciencia. En los jóvenes de hogares desahogados muchas veces la curiosidad se apaga porque están sumergidos en información. ¡Hay que hacer un esfuerzo para comprender!, y dado que el esfuerzo no se valoriza, la ciencia les parece difícil. Pero para mí hay otra razón, y es justamente que en muchos países no se responde en el momento adecuado. Se pasa la edad. Si uno quiere que el adulto lea, hay que desarrollar el interés en la escuela primaria. Y si uno quiere que la ciencia y la técnica interesen, también hay que desarrollar ese tipo de relación con el mundo y no contestar: "Más tarde lo verás" o "es muy complicado para ti", o "yo no entiendo nada de ciencia".
-¿El objetivo de "La mano en la masa" es formar más científicos?
-No. Pensamos que durante mucho tiempo, dos siglos, se creyó que para ser considerado ciudadano había que saber leer, escribir y contar. La escuela primaria tomaba la tarea [de enseñarlo] como una obligación de eficacia social que permitía la participación en la vida colectiva. Nosotros creemos que la ciencia y la tecnología invaden de tal forma la vida de la sociedad actual que hay que agregar algo a esos tres términos: razonar. Porque el ciudadano de hoy tiene que tomar decisiones y enfrentar problemas -de salud, de energía, de clima- que son complejos y condicionan su futuro. De modo que se trata de formar los ciudadanos del mañana, y no solamente los científicos.
-¿Cómo lograron transformar los hábitos de los maestros?
-Los maestros admiran la ciencia, pero le tienen miedo, como muchos de nuestros conciudadanos, y sobre todo piensan que no son capaces de enseñarla, que es muy complicada. Son muy reticentes. Todo nuestro esfuerzo se basó en acompañarlos. Les dijimos: "No es fácil, de acuerdo. Pero les daremos materiales, escucharemos sus preguntas y trataremos de contestarlas". Sobre esta base dijeron: "De acuerdo. Vamos a probar". Y una vez que probaron... el programa despegó. Los ojos de los chicos se iluminaron y las clases se encendieron.
-¿Piensa que podemos aplicarlo en la Argentina?
-Estoy seguro. La ciencia y la tecnología no son sólo elementos de desarrollo económico, sino también de ciudadanía. Si uno quiere estimular la creatividad y la crítica positiva en los jóvenes, hay que mostrarles un modelo, y la ciencia lo es. El entusiasmo que veo entre los maestros es extraordinario, pero no hay que dejarlos solos. Para que puedan pasar de "leer, escribir y contar para todos" a "leer, escribir, contar y razonar para todos".
Por Nora Bär De la Redacción de LA NACION

Viloencia Juvenil en Argentina

Sábado 29 de abril de 2006
Por qué los adolescentes se hostigan tanto Afecta al 15% de los jóvenesLas víctimas sufren lesiones y tienen mayor riesgo de suicidio Las víctimas sufren lesiones y tienen mayor riesgo de suicidio o el acosado deciden poner fin a la situación.
"El bullying puede llevar a la muerte por tres razones: suicidio, homicidio o lesiones graves por palizas o accidentes que exigen hospitalización", explicó a LA NACION el doctor Jorge Srabstein, director de la Clínica de Problemas de Salud Relacionados con el Bullying, del Hospital Nacional de Chicos de Washington, antes de su conferencia en el XXII Congreso Argentino de Psiquiatría.
El experto argentino destacó la severidad del hostigamiento, que llega a producir estrés postraumático. A partir de datos de los Estados Unidos y de Europa, un cálculo sugiere que en la Argentina 240.000 adolescentes estarían sufriendo síndrome de bullying, cuyos riesgos son el ausentismo escolar, las lesiones graves, la fuga del hogar, el intento de suicidio y el abuso de alcohol, drogas y cigarrillo. De esos, 16.140 intentarían suicidarse por el hostigamiento permanente, 22.885 sufrirían lesiones severas y 41.193 faltarían al colegio para evitar el acoso.
En un estudio de 50 diarios de habla inglesa y de agencias de noticias realizado por el equipo de Srabstein, en los últimos 10 años hubo 80 casos de muertes de chicos por bullying. En Estados Unidos, la matanza en la Escuela Secundaria Columbine, en 1999, dio lugar a que el Ministerio de Educación y el Servicio Secreto hallaran que el 70% de los alumnos había sido hostigado u hostigador.
"La burla y el acoso entre los chicos existió toda la vida y tiende a justificarse porque el agredido es lo que los chicos llaman un «aparato». Pero esto no justifica la agresión. El bullying es una maqueta del sistema social en el que vivimos y, por lo menos, un factor de riesgo que aumenta la vulnerabilidad de los chicos y esto ya es un problema", dijo el psiquiatra infantil Miguel Angel García Coto, director del Centro de Investigaciones del Desarrollo Psiconeurológico (Cidep).
Perfil violento
El hostigamiento entre pares ocurre entre los 11 y los 15 años. Mientras que las víctimas son tímidas, ansiosas y tienen una baja autoestima, el adolescente acosador tiene un perfil violento: no puede controlar los impulsos, el estado de ánimo o la agresividad.
En general, el "bulero" (el que hostiga) lidera un grupo y se presenta como el más fuerte y, por lo tanto, establece el sistema de valores de quienes lo admiran y festejan lo que hace. "Lo terrible es que a los padres les duele menos que su hijo sea bulero que buleado (el hostigado)", señaló la pediatra Flavia Sinigagliesi, del Cidep.
"Como tiene éxito entre los amigos asume un estilo de vida y una forma de resolver los problemas que, de llegar a ser exitosos para él, lo convertirán en un hostigador adulto", agregó.
Un análisis dirigido por Srabstein de las respuestas de 15.686 estudiantes de 11 a 15 años, que participan del Estudio Internacional de la Conducta de los Escolares relacionada con la Salud, permitió conocer que el 7% de esos chicos habían sido agresores alguna vez, que el 6% había recibido agresiones y que el 2% había sido hostigador-hostigado. "Este es el grupo que peor pronóstico clínico tiene con problemas psicosomáticos e intentos de suicidio", comentó Srabstein.
El estudio también señala quiénes suelen ser tomados de punto: los varones con baja estatura tienen dos veces más probabilidades de ser hostigados, mientras que los adolescentes con sobrepeso son 3,5 a 6,7 veces más propensos a ser acosados, y aquellos con anormalidades físicas visibles tienen un riesgo dos veces mayor. Otras causas son las anormalidades dentales, los trastornos del habla, la timidez, usar anteojos, el autismo, los trastornos del desarrollo, la religión y la etnia.
La mejor prevención del bullying es hablar con los chicos, tanto en casa como en la escuela. Según la psicopedagoga María Zysman, del Equipo Bullying Cero Argentina, "los chicos hablan cuando se los ayuda a hacerlo y una vez que empiezan, surgen otros que los apoyan. Pero hasta entonces, no hablan porque tienen miedo".
Según los especialistas del Grupo Cidep, cada vez más padres y docentes consultan por el bullying en la Argentina. "Es mucho más frecuente que antes en los colegios, pero cuando los terapeutas o los padres vamos a plantear el problema, la mayoría de las autoridades no quieren saber nada porque tienen miedo de que otros padres se enteren de que eso está pasando y queden malparados."
Es por esto que los expertos coincidieron con las conclusiones de un trabajo sobre bullying de la doctora Rose Mary Saucedo y la licenciada María García Colado, de los hospitales Alvarez y Elizalde: "Es imperioso crear un plan nacional de acción para la prevención de la violencia. Hay que enseñar valores morales, respeto y la aceptación de las diferencias para lograr la integración social."
Por Fabiola Czubaj Enviada especial
Cyberbullying

MAR DEL PLATA (De una enviada especial).- "Hoy, el acosador ya no necesita tener al acosado delante. La computadora y el celular aseguran recursos para poder seguir el hostigamiento a cualquier hora del día", dijo la licenciada María Zysman. Los testimonios relevados por Cidep van desde montajes fotográficos difundidos por Internet para desprestigiar al acosado, fotos tomadas con teléfonos celulares para reenviarlas al resto de los compañeros o hasta mensajes de texto por teléfono celular para insultar a toda hora. Según la doctora Flavia Sinigagliesi, es muy frecuente que los chicos comiencen peleas por chat y se encuentren para llevar a la práctica lo dicho virtualmente.

GARCIA CANCLINI


ENTREVISTA A NESTOR GARCIA CANCLINI
"No hay una idea de futuro en los políticos"
El antropológo argentino Néstor García Canclini, radicado en México, analiza en forma permanente la dura realidad latinoamericana. En este diálogo se refiere a la poco audible voz de los intelectuales latinoamericanos, a la persistente crisis de representación política en el continente, a la escasez de futuro en la perspectiva de los jóvenes y de los políticos. Dice que, salvo en Bolivia, ya no se habla de revolución.
MARTIN ACOSTA. La ruta de Néstor García Canclini tiene un ida y vuelta constante entre la Buenos Aires donde se formó y el México DF donde se especializó y se afincó. Siempre vuelve a la Argentina, está presente en cuerpo o con sus artículos y libros para hablar de la América latina contradictoria, la de la brecha profunda entre ricos y pobres, la de las desgracias y promesas, la de los sueños y desilusiones, la de la desconexión, la diferencia y la inequidad. El fin de semana pasado participó del seminario internacional "La formación docente en los actuales escenarios: desafíos, problemas y perspectivas" realizado por la Organización de los Estados Iberoamericanos (OEI), el Ministerio de Educación de la Nación y la Universidad Nacional de La Matanza. El antropólogo argentino radicado en México ha marcado una huella en los estudios culturales latinoamericanos difícil de borrar. No casualmente en el año 2005 fue distinguido por la revista francesa Le Nouvel Observateur como uno de los 25 pensadores más influyentes de la actualidad. El último libro publicado en nuestro país se titula Diferentes, desiguales y desconectados (Gedisa). Cuando lo presentó en Buenos Aires sostenía que Latinoamérica no entiende términos como hipermodernidad o neomodernidad sino que todavía vive en la siempre cuestionada modernidad. "Nos hemos alejado del proyecto de la modernidad ilustrada que buscaba un sentido del conjunto de la sociedad en el que la educación y la salud fueran para todos. Pero estamos en una época en que ciertos objetivos de desarrollo tecnológico, la importancia de la innovación, los movimientos emancipadores y su represión necesitan ser leídos bajo las claves de la modernidad", afirmaba. Formado en filosofía y antropología, Canclini dice que la desigualdad de la que habla en ese libro no estuvo necesariamente signada por la aplicación de modelos económicos: "Por eso les doy poca importancia a las teorías económicas de la desigualdad. En America latina, la desigualdad posee bases económicas, historias, simetrías, explotaciones internas y externas. Al mismo tiempo es el resultado de discriminaciones y estereotipos que nos han fijado en un lugar de los que duermen la siesta, de los que no quieren afrontar la complejidad y la dureza del mundo tecnológico, que prefieren las relaciones familiares o de compadrazgo a la competencia económica. Esto es poco cierto, especialmente en las grandes ciudades. Sin embargo, buena parte de la configuración y la reproducción de la desigualdad en Latinoamérica es el resultado de estos estereotipos y de un acceso diferencial y desigual a los recursos de la última modernidad."Este diálogo con Ñ se realizó en dos entrevistas separadas en el tiempo. La primera se concretó en 2005 y la segunda, hace pocos días. Y en estas charlas, García Canclini se refirió al papel de los intelectuales en la coyuntura global regional, al de los políticos, a los hispanos en EE.UU. y al futuro latinoamericano, entre otros temas. Con un esceptisimo optimista analiza esta coyuntura que nos tocó en suerte.- —¿Cómo ve al intelectual latinoamericano en el escenario mundial del pensamiento? ¿Es escuchado?- —En Europa —España incluida— tienden a prestar poca atención al pensamiento o las ciencias sociales en América latina. En los últimos años han considerado más la narrativa. Pero ni en Francia ni en Alemania ni en Inglaterra ni en España trasciende en general lo que se produce en América latina. Hay un buen diálogo europeo y estadounidense con los especialistas en América latina o en ciertos países, como la Argentina, Brasil y México. Pero las principales figuras del pensamiento latinoamericano que no se ocupan sólo de su país sino que han discutido temas de la modernidad, de la globalización, en general no entran en el debate teórico de las metrópolis. De todos modos, ha mejorado el diálogo. Hay varias decenas de libros de autores de primer orden de América latina traducidos al inglés.- —¿Y dentro del propio terreno latinoamericano, son escuchados, son influyentes?- —Existe una tradición larga de presencia de los intelectuales en la esfera pública. Hay una circulación fluida entre la academia y el periodismo, y en algunos casos con medios audiovisuales como la radio y la televisión. Por el contrario, los intelectuales anglosajones rarísimas veces son interlocutores de los políticos. En Estados Unidos un intelectual no es invitado a la televisión y menos si tiene un pensamiento crítico.- —¿Qué actitud mantienen los latinoamericanos ante la estrategia de seguridad que cierra las fronteras de Estados Unidos y Europa?- —En Estados Unidos ya hay más de 40 millones de latinoamericanos. Además se produjo un cambio cualitativo y cuantitativo en las dos últimas generaciones de hispanohablantes en Estados Unidos ya que un alto porcentaje posee educación secundaria y universitaria, son consumidores calificados, creadores sofisticados, que pueden llegar a las escuelas de arte, a producir en las fronteras de la comunicación, en Miami, en Los Angeles, influir en lo que se produce para los consumidores hispanohablantes. Las recientes manifestaciones masivas de latinoamericanos residentes en Estados Unidos en defensa de los derechos de los migrantes evidencian que comienzan a crearse condiciones para que no los traten sólo como consumidores y trabajadores precarios; piden que los consideren ciudadanos. Pero los gobernantes latinoamericanos dan apenas una solidaridad tibia o se limitan, como el presidente mexicano, a celebrar las remesas de dinero que envían a América latina. Por otra parte, creo que hay cuatro o cinco países que le importan a Estados Unidos como mercados: México, Brasil, luego la Argentina, Chile. Como proveedores de materias primas hay que incluir también a Venezuela por el petróleo. Y habría uno más que es Colombia, pero básicamente por la producción de drogas y el alto porcentaje de territorio que controla la guerrilla. Las presiones políticas cada vez toman menos en cuenta las dinámicas internas de los países latinoamericanos. Hasta les produce sorpresa que con cierta frecuencia, como ha ocurrido con Irak, haya países que voten en contra o se abstengan. O desafíen el ALCA, como ocurrió en la cumbre de Mar del Plata hace unos meses - —¿Una situación similar se presenta en el plano de las industrias culturales?- —Con algunos matices. Por ejemplo, los países latinoamericanos más fuertes, más numerosos en cuanto a población y cantidad de consumidores, con acceso al cine o la televisión, son mercados atractivos. No son mercados menores. Uno ve que los líderes de la Motion Pictures, como ocurrió muchos años con Jack Valenti, se toman la molestia de viajar a Latinoamérica, a hablar hasta con los presidentes para garantizar la mayor expansión del cine de Hollywood. La mejor defensa es, para nosotros, fortalecer la producción cultural endógena, no el nacionalismo aislacionista.- —¿En qué etapa del modernismo o posmodernismo cree que se encuentra nuestro continente cuando la brecha entre ricos y pobres no deja de crecer y cuándo también aparece y se profundiza la llamada "brecha digital"?- —Hay cambios significativos en el carácter de esas brechas socioeconómicas y culturales. Hasta hace unos 20 años eran sobre todo brechas étnicas y económicas, o divisiones regionales o lingüísticas, como entre hispanohablantes y brasileños. Ultimamente la brecha digital se ha vuelto decisiva y han acentuado algunas distancias o asimetrías anteriores. No llega al 20% la población latinoamericana que tiene acceso a Internet. Y sabemos que eso está asociado a una serie de destrezas, capacidades de acceso a la información, entretenimientos e innovaciones que agrava las distancias que antes eran generadas por las desigualdades internas de cada nación. Son diferencias y desigualdades internacionales, y a veces hay más proximidad entre las elites de las grandes ciudades latinoamericanas, con las elites de Europa y Estados Unidos, que con las masas populares de cada país.- —¿Usted cree que los jóvenes latinoamericanos construyen una idea de futuro en sus subjetividades escépticas?- —Sí, pero de otro modo. Se ha estudiado un poco el llamado presentismo de los jóvenes, pero no es un rasgo exclusivo de ellos. Es una característica instalada en un conjunto más amplio de discursos sociales: la publicidad, la moda y otras formas de comunicación tienden a acentuar la experiencia del presente, lo que se puede lograr hoy, y descartar lo demás. No hay mayor prospectiva hacia lo que va a ocurrir el año próximo y menos en una década. Sin embargo, vemos una contradicción entre este discurso presentista instalado en la comunicación social masiva, generalizada, y el disciplinamiento en el uso del tiempo que imponen las compras a plazos, financiadas, que implican compromisos largos, estabilidad en el trabajo, en la familia. Eso permanece como una exigencia subrepticia, poco explicitada pero que obliga a tener continuidad. En América latina hay un desdibujamiento del saber histórico en la escuela y en las referencias de las nuevas generaciones. Ha crecido la referencia a culturas lejanas pero contemporáneas, o que pueden tener largas tradiciones, como las asiáticas, pero sin hacer la experiencia de esa densidad histórica, sino apropiándose de una disciplina de meditación, o un recurso de entrenamiento corporal o de salud, o formas de conocimiento, como si se pudieran adquirir sin hacerse cargo de la cultura en aquella en la cual fueron generadas.- —¿Y desde los poderes políticos actuales en Latinoamérica se proyecta una idea de futuro a nivel país?- —No se ve. Si uno recorre las agendas de discusión preelectoral de los últimos años todo se refiere a denuncias, videos que muestran corrupción, cuestiones muy recientes y de poca prospectiva acerca de los desafíos estratégicos en comunicaciones, investigación y desarrollo. Hay mucha resistencia, incluso en los medios, a ocuparse de diagnósticos. Sólo unas pocas revistas culturales —que ninguna vende más de 5 o 10 mil ejemplares en su país— intentan hablar de agendas a varios años, de problemas estructurales que están en el origen de muchos desórdenes y frustraciones actuales.- —¿Persiste la crisis de representación política en el continente?- —Más bien habría que preguntarse qué queda de la representación política a través de los partidos. Miremos adonde miremos en América latina, encontramos partidos históricos desvencijados u otros partidos que están en el gobierno y podrían construir formas distintas de representatividad, pero generan sobre todo procesos de desintegración, un descontento generalizado, lucha de facciones. Hay otras formas de representatividad, no propiamente políticas, sino sociales, sectoriales, a veces corporativas que son muy importantes, y que defienden los intereses de elites: corporaciones empresariales, eclesiásticas, militares, y también movimientos sociales de descontentos heterogéneos.- —¿Qué sentido cree que tiene hoy la palabra revolución en Latinoamérica?- —¿Revolución?- —Sí.- —Casi ha desaparecido del lenguaje político, periodístico. En América latina y en el mundo, y en todo caso, cuando aparece tiene usos tan diversos que se parece poco a los momentos en que se usaba para la política transformadora y para las artes innovadoras. Se habla de revolución neoconservadora, o sea de modos de transformación radical que en este momento están administrados sobre todo por sectores de derecha, sectores conservadores. De hecho, no sólo la palabra "revolución" se ha desvanecido sino que discusiones importantes que hubo en los años 70, 80 entre reformismo y revolución también se esfumaron. Hoy se discute cómo reconstituir la esfera pública, cómo lograr formas de representatividad eficaz. Sean políticas sociales, culturales. Hay una pluralización de las demandas y por lo tanto una fragmentación de los campos en los que se buscan cambios. No se han dejado de buscar cambios. Pero faltan relatos y movimientos que integren en una visión de conjunto a la sociedad. El único relato que hemos tenido en los últimos años ha sido el neoliberal: es poco creíble y ha mostrado demasiados fracasos. Una excepción reciente es el ascenso de Evo Morales, con un gabinete casi enteramente indígena y un discurso diferente: podríamos valorarlo como una revolución, al menos étnica, pero Evo no usa ese término, y hay que esperar un tiempo para apreciar hasta dónde pueden hacer cambios.- —¿Se podría pensar que la crisis es un estado permanente en la mayoría de los estados latinoamericanos?- —Crisis es otra palabra tan maltratada que significa poco. Menos aún si la queremos reivindicar en el sentido griego de tamiz, juicio o deslinde. O como situación de emergencia en la cual se puede diferenciar una cosa de la otra y en que cambian las reglas y las condiciones para producir un salto hacia otra etapa. Más bien lo que encontramos es una superposición de etapas distintas de desarrollo. Quizá sea, un momento de transición más que de crisis. Mi idea es que lo que puede sostener un pensamiento crítico en este momento es no instalarse en esa transición de un modo complaciente, mantener la experiencia y la reflexión sobre las desigualdades y las injusticias.
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Canclini básico
LA PLATA 1939. ANTROPOLOGORadicado en México desde 1990, interpreta en la cultura latinoamericana los signos de una modernidad que no termina de llegar y se mezcla con señales posmodernas. Estudió Letras y se doctoró en Filosofía en la Universidad de París. Desde 1990 es profesor e investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México. Enseñó e investigó en la Facultad de Filosofía y Letras, de la UNAM y profesor en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) también en México. Ha sido profesor de las Universidades de Stanford, Austin, Barcelona, Buenos Aires y San Pablo. Entre sus libros se encuentran: Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad; Cultura y Comunicación: entre lo global y lo local; La globalización imaginada; Imaginarios Urbanos; Consumidores y ciudadanos; Latinoamericanos buscando lugar en este siglo, entre otros.
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