Caracterizaciones sociológicas de los habitantes:
El Hidalgo: Don Quijote, que representa los mejores valores del hidalgo, la valentía, el honor, el desprendimiento respecto de los bienes materiales y la generosidad, pero el manchego no está exento de defectos, su obsesión por la honra y el estatus, su desapego por los trabajos de carácter manual, su cabezonería en sostenerla y no enmendarla aunque le vaya en ello la vida.
El Aldeano: La ideología del aldeano coincide básicamente con la ideología campesina descrita por el antropólogo George Foster, quien citó diversos casos etnográficos para ilustrar esta visión de mundo campesina, a la que denominó la imagen del bien limitado.
En esta ideología, todo se percibe como finito: tierra, riqueza, salud, amor, amistad, honor, respeto, status, poder, influencia, seguridad. Al ver todo como escaso, los campesinos creen existe una reserva común, un fondo imaginario de todo aquello que tiene valor en su comunidad. En este sistema de ideas, los individuos sólo pueden descollar en algo porque se apropian de una parte mayor de la que les correspondería en términos proporcionales de esa especie de reserva común, lo que implica privar a otros de lo que sería su parte.
Los campesinos aceptan la riqueza diferencial que procede de fuera de la comunidad (por ejemplo el trabajo asalariado realizado fuera de la localidad) ya que resulta evidente que no ha supuesto extraer nada de la reserva común finita de carácter local. Los beneficios pueden proceder también de la pura suerte (por ejemplo la lotería). En todos estos casos la reserva de bienes de la comunidad permanece intacta.
En cualquier otro caso, las personas prósperas pueden verse forzadas a patrocinar ceremonias que reducen la riqueza diferencial. Los campesinos prósperos pueden convertirse en el blanco del chismorreo, la envidia, el ostracismo y la violencia física. Dadas tales respuestas, se intenta ocultar la buena fortuna: las ropas, casas y dieta, continúan como siempre.
Más aún, se desconfía también de las personas que han tenido mala suerte y se hunden por debajo de la norma comunitaria, porque se piensa que envidian a todos los demás. Aunque hay que reconocer que, en el momento de una desgracia, la comunidad se pone en marcha y cada cual colabora con lo que puede. El aldeano es solidario.
Foster también señaló que la imagen del bien limitado es una respuesta a la posición subordinada de los campesinos dentro de una sociedad más amplia: cuando el acceso a la riqueza, el poder, y la influencia es más abierto, la imagen del bien limitado decae.
Este tipo ideal explicaría muy bien de dónde sale el gran pecado nacional, la envidia. Esa reacción en contra de todo el que progresa o sobresale. El aldeano es envidioso porque el éxito del otro le quita parte de esa reserva común, de ese fondo imaginario del que hablábamos en los párrafos anteriores. Como le quitan algo suyo tiene que tirar con bala al responsable de ese desafuero.
Del mismo modo que la ideología del hidalgo ofrece aspectos que reducen la iniciativa de los individuos, debido al miedo al “qué dirán”. La ideología del aldeano no es tampoco muy dada a fomentar el progreso, en este caso por no despertar el monstruo de la envidia del vecino, que puede ser muy destructiva.
El tendero: Al tendero le cuesta mucho invertir para obtener beneficios a medio y largo plazo, un tipo de inversión, que va en beneficio de crear riqueza y estructuras económicas perdurables y estables y que son parte de la ideología del empresario luterano.
El tendero aspira a que por cada céntimo que invierte pueda recuperar a corto plazo dos o, al menos, uno y medio. Porque en realidad el tendero no invierte sino que compra mercancía para vender a sus parroquianos. El tendero es cortoplacista, se pone ansioso al invertir dinero primero para, pasado un tiempo, empezar a ganar.
Muchos de nuestros empresarios tienen la ideología del tendero, ellos se consideran a sí mismos como empresarios inversores creadores de riqueza, la letra se la saben, pero la música es muy otra, es el vals del tendero. Con esto no quiero decir que no haya empresarios, el país ha progresado o, al menos, esa sensación teníamos hasta hace poco, ahora mismo no está el horno para bollos. Pero sí que, si la ideología empresarial hubiera sido tradicionalmente más fuerte, probablemente la estructura económica de nuestro país sería más sólida.
Y quizás si lo miramos bajo este prisma, la ideología de la búsqueda del beneficio inmediato, podamos dar una explicación, otra más, a la codicia nacional demostrada en los tiempos de la burbuja inmobiliaria.
Distribución territorial de estos tipos de ideología: (España) A mi modesto entender el hidalgo abunda más en el norte de España, en Castilla y León y va reduciendo su implantación conforme vas hacia la costa mediterránea y Andalucía. En la costa mediterránea abunda más el tendero, aunque – sobre todo en Cataluña – se aprecia una clara influencia empresarial europea. Y el aldeano abunda más conforme más al sur vas.
Fuente: Juan Carlos Barajas Martínez - Sociólogo
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