Qué fue lo que hizo el diario La Nación la semana pasada y
ha repetido hoy? Le sacó muchísimo dinero a muchísima gente.
Pero, como lo hizo? Lo hizo de una forma muy sencilla –para ellos-.
Y muy eficaz.
Empecemos por lo de hoy. Las declaraciones de Juan José Aranguren en
una entrevista emitida por el canal de cable de ese medio. El tipo, muy áspero,
dijo “no creo que la Energía deba ser considerada un derecho humano”. Eso dio
pie a que millones de megabytes se volcaran a la web para putearlo.
Cada byte puesto en la red tiene un costo. Internet NO ES
GRATIS. Para mirar o para subir algo, pagás. Te descuentan de tu saldo en el
celu, si usás “datos móviles” o pagás la WiFi o pagás el café en el bar que
ofrece WiFi gratis. Por lo tanto, hoy La Nación le generó muchos millones de
pesos a la empresa de telefonía que transporta los datos. Además de las decenas
de miles de llamados telefónicos a las radios.
Acá quiero preguntarte si sabés cómo hizo su enorme fortuna
Susana Giménez. Pues la hizo llevándose un tercio de lo facturado en cada
llamado telefónico que recibía en su programa de TV en el cual ofrecía sorteos
millonarios. Los otros dos tercios iban a Telefónica de Argentina y a la
productora del programa –Corcho Rodríguez y Galimberti-. Además, recordemos que
TeLeFe era propiedad de Telefónica; canal en el que estaba Marcelo Tinelli,
también seduciendo giles para que llamaran y pagaran por ese llamado.
Te invito a pensar en lo que pudo recaudar Sofovich,
cortando la manzana o con el jenga… Y tantos otros que embolsaron fortunas de
millones de giles compradores de ilusiones.
La semana pasada, La Nación publicó en su versión impresa
una nota editorial sin firma bajo el título “Niñas madres con mayúsculas”. No
hace falta que señalemos aquí el gran revuelo que se armó.
De nuevo ponemos el ojo en la ruta del dinero, antes que en el
contenido del escrito. Millones de personas –obviamente la mayoría mujeres,
cuanto más aquellas militantes del pañuelo verde- volcaron sendas diatribas en
cuanto rincón web pudieron encontrar; además de extensas comunicaciones
telefónicas con “expertas” para denostar y rechazar los términos en que aquel
texto editorial abordaba el tema, harto sensible, desde ya.
El golpe comercial fue magistral: millones de personas, durante
horas y horas, consumiendo bytes, retrucando a un molino de viento. La
identidad del creador del texto jamás se supo… ni siquiera lo saben los mismos
periodistas del diario ¿?.
Si La Nación recibe un tercio del total facturado por lo que
aquel texto generó –y es fácil saberlo ya que se buscan los “strings”
relacionados con el tema- amasó una fortuna en un día. Bien pudo haber superado
la mayor recaudación histórica en una tirada –pensemos en el Mundial 78, el
regreso de la democracia… etc.
Que levantó plata por aquel suceso de la editorial altamente
irritante, nadie lo duda. Menos pueden dudarlo los despedidos que, justamente
en ese día, realizaban reclamos frente a las oficinas del diario en Puerto
Madero.
Para qué querés mantener un plantel extenso, si colocando textos
o declaraciones detonantes recaudás mucho más, sin tocar el papel, ni comprar
tinta ni enviar cronistas al exterior?
Lo que La Nación hace se inscribe en la órbita de lo que se
denomina “la economía clase Uber”; donde el proveedor del servicio web es tu
socio. Te da la posibilidad de crear negocios, llevándose una parte de lo
facturado. Esto último lo podemos desarrollar en otra entrada, ya que estoy
apelando a lo señalado por Cristián Hernández, de Perfil, quien realizó un
interesante análisis de la naturaleza de los negocios en la web.
En definitiva, para éstos nenes, no importa si sos de derecha
o de izquierdas, esos grandes zorros convierten a todos los ciudadanos en
ingenuos cuervos, incitándolos a “cantar”, con la consecuente cosecha del queso
que el pajarraco supo conseguir con esfuerzo. Mirá que ir a sacarles plata a
las Pañuelos Verdes… hay que ser osado, che…