17 marzo, 2016

"ONG Responde", para pueblos con menos de 1000 habitantes

Así son los pueblos que pelean por no desaparecer
Tienen menos de mil habitantes, y buscan actividades que frenen el éxodo de la gente; la ONG Responde calcula que hoy en el país hay unos 800 en riesgo de convertirse en "fantasmas"
Jueves 17 de marzo de 2016


CÓRDOBA.- La docena de familias que vive en Huascha, departamento de Ischilín, al norte de Córdoba, son ignoradas hasta por la señalización. Casas aisladas, algunas abandonadas y derrumbadas, se esparcen en una tierra árida, donde los tunales es lo único verde que destaca. La vieja estación de tren es testigo de un pasado mejor, que se terminó en los 90 cuando el ferrocarril dejó de pasar.
La búsqueda de mejores oportunidades es, desde hace décadas, la principal motivación de quienes dejan sus pueblos para mudarse a ciudades. Así, a lo largo del país, empiezan a multiplicarse las localidades "fantasmas", esas que están en vías de extinción. En esta provincia hay varios donde sus habitantes no suman una centena, por lo que intentan estrategias para ganar presencia en el mapa.
Responde, una ONG enfocada en los desequilibrios territoriales, calcula que unos 800 pueblos están por desaparecer en el país, donde aproximadamente el 80 por ciento de los núcleos habitados tienen menos de 2000 habitantes, mientras que sólo 17 ciudades concentran el 60 por ciento de los habitantes.
Por ejemplo, en el sudeste de la provincia, Chilibroste conoció sus mejores años en los 70, cuando era conocido como la "capital nacional de la pesca sin anzuelo". Y sus poco más de 500 vecinos integraron el programa "Presentando pueblos" de la ONG Responde.
Desde la organización -integrada por especialistas en turismo, agronomía, alimentación, biología, antropología, psicología y sociología-, su director Agustín Bastanchuri apunta que arman proyectos productivos a partir de lo que cada lugar tiene para evitar que continúe el éxodo de los pobladores y mejore la calidad de vida.
Córdoba, Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos son las provincias con mayor población rural y, por ende, las más afectadas por la despoblación. Aunque, según explica Bastanchuri, fuera de esa región hay pueblos puntuales que perdieron mucha gente por crisis económicas y de empleo.
Muy cerca de Huascha, a unos 20 kilómetros, está Olivares de San Nicolás, que también tiene más pasado que presente. La localidad se armó alrededor de la producción de aceitunas que hoy prácticamente no existe. Una foto de los problemas que atraviesa es que un comedor para niños es el centro que más gente atrae.
Hace unos cinco años los menos de 800 habitantes temblaron porque sus casas -al igual que la Municipalidad y hasta el destacamento policial- estuvieron a punto de ser rematadas. Estaban sobre tierras de la empresa Olivares y Viñedos San Nicolás radicada en 1934 que fue a quiebra. La situación logró resolverse.
Su jefe comunal, Antonio Heredia, explica a LA NACION que prestan tractores y máquinas para que los pequeños productores puedan trabajar la tierra y no se vayan. "Hacemos mucho esfuerzo", dice.
Los Romeros es un paraje a 45 kilómetros de Villa Dolores y cerca del límite entre Córdoba y San Luis. Hoy son unos 200 habitantes pero, hace más de dos décadas, eran 42. Empezaron a trabajar para evitar la desaparición del lugar que debe su nombre a las "romerías", los grupos de peregrinos que iban al Cristo de Renca, en San Luis.
El sanjuanino Marcelo Puentedura impulsó a los locales y crearon la "Fiesta del Locro" que, en sus últimas ediciones, convocó a más de 6000 personas. Lo recaudado es para comprar útiles escolares, ayudar a las familias y garantizar que la sala de primeros auxilios tenga lo indispensable.
"Con la mejora que conseguimos la gente se fue quedando, tuvieron hijos y el número de habitantes aumentó -dice Puentedura a LA NACION-. Igual, el cementerio tiene más tumbas que habitantes el lugar. Es de fines del 1800 y abarca también a Tilquicho y Conlara." En Tilquicho quedaron unas siete casas y la imponente estructura de lo que fue un almacén de ramos generales, que ya perdió hasta el techo.
"Sabemos que podemos desaparecer", admite Antonio Castro, el presidente de la comuna de Conlara, de 800 habitantes. Pero subraya: "Frenamos el drenaje y hay gente que vino porque conseguimos agua potable, una ambulancia y un consultorio odontológico, plazas, construimos 18 viviendas y diez kilómetros de asfalto hasta Villa Dolores". El mayor problema hoy es la escasez de trabajo.
La monja Theresa Varela, con la Fundación Misión Esperanza, está acostumbra a andar "en donde no hay nada de nada". En diálogo con LA NACION, desgrana nombres como Yegua Muerta o Palo Parado. "Aislados y pobres -los define-. Viven de su quinta, de algún campito que les quedó". Con el "Festival del Ladrillo", Palo Parado busca "hacerse conocido" y "homenajear a los que trabajan en los cortaderos". Tal vez sea el primer paso para cambiar la suerte.
http://www.lanacion.com.ar/1880003-los-pueblos-que-pelean-por-no-desaparecer


viernes, 26 de febrero de 2016

Las nuevas tecnologías ¿aportan al progreso?

Sebastián Campanario publica en La Nación (21/02/2016) un artículo donde refleja la preocupación en varios niveles -estatales y privados- por el lento avance que producen las asombrosas innovaciones tecnológicas. (http://bit.ly/1oVBHEc)

El núcleo del problema que plantea la nota está centrado en esta frase: "Generalmente es fácil predecir cambios tecnológicos debido a avances científicos, pero es mucho más difícil predecir cambios sociales como consecuencia de esas innovaciones tecnológicas". 




El último libro de Robert Gordon “El ascenso y la caída del crecimiento americano”(*), hace foco en el antes y el después de la revolución industrial, con cambios acumulativos que se iniciaron a mediados del siglo XVIII y que adquirieron velocidad para modificar para siempre la vida de las personas un siglo más tarde. Para Gordon, el período que va de 1870 a 1970 fue un "siglo especial", único en la historia de la humanidad, en el que el producto bruto interno de las naciones industrializadas se duplicó en promedio cada 30 años, siendo que el ingreso de Inglaterra se multiplicó por dos entre los años 1300 y 1700. La invención y la masificación del automóvil y del transporte público conectaron a las sociedades, la luz eléctrica permitió la vida de noche y los artefactos para el hogar liberaron millones de horas de trabajo en casa, especialmente de las mujeres…  sobre los avances actuales: una persona de 1940 se sorprendería al ver cómo vivía un par suyo en 1870 (sin redes cloacales, por ejemplo), pero alguien que hoy "viajara en el tiempo" a un departamento bien equipado de la década del 40 no tendría la misma sensación de extrañeza. Probablemente se sentiría ofuscado porque no hay conexión a Internet ni tanta oferta de TV, pero el shock no sería tan fuerte como en el primer caso… Según la visión del economista, la revolución de Internet tiene un valor agregado mínimo (en términos relativos) comparada con la difusión de las redes de electricidad.

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Ensayemos: El bajo impacto sobre el progreso general de las nuevas tecnologías tiene que ver con el uso que los consumidores hacen de ellas. A priori, me inclino a asegurar que cada invento tiene incidencia decreciente en la transformación social. Cuando el mensaje de texto ya estaba ampliamente en uso en los 90´s y el tráfico mostraba cifras impensadas, apenas un pequeño porcentaje de los textos versaban sobre operaciones comerciales o estaban relacionados a la producción. La inmensa mayoría de los textos llevaban mensajes personales, efímeros y/o banales (visto desde el punto de vista de la Economía). En esos tiempos, nos preguntábamos en cuánto podría aumentar el PBI por cada incremento del 10% de los mensajes comerciales o industriales. Es decir: la nueva tecnología (NT) en comunicaciones, estaba siendo usada para “entretenimiento o diversión” (eufemismo de “pavada”) por la inmensa mayoría.
Ni hablar de los sistemas de comunicación nativos de internet. Facebook es el imperio de las emociones entre desconocidos, Twitter: el campo de batallas de profesionales de la sorna y Whatsapp: un surtido temático infernal… Hasta LinkedIn cuenta con un rinconcito de peluquería unisex… 
Si bien en el área de la salud las NNTT sí hacen aportes concretos y contundentes -y son el asombro de los propios médicos que la utilizan- hablamos de un sector bastante acotado. La electricidad puesta en cada domicilio, comercio, oficina e industria tuvo mucho más impacto sobre las sociedades que el mejor de los tomógrafos creados hoy (hablando en términos de masividad).
Traduciendo el artículo de Campanario, el debate entre economistas está denunciando una divergencia entre las promesas del marketing comercial y el uso mayoritario que el público hace con la innovación tecnológica.
¿Dónde está la fuga?
La publicidad, como producto de sesudos trabajos de profesionales del marketing, nos muestra lo lindo que puede ser el mundo cuando todos los consumidores adquieran el objeto publicitado. La línea argumental histórica de esta fórmula de venta se basa en que una NT llega para ser más productivo en lo laboral, obtener mayores retribuciones para comprar más y disponer de más tiempo libre (también para comprar más). 
Sin embargo, el sustrato del debate que nos convoca está revelando que existe alguna preocupación en las industrias y en los gobiernos, ya que los gastos en I+D no reditúan lo suficiente como para paliar el problema de la desocupación. Bien pronto, los consumidores canalizan las ansiedades inoculadas por la publicidad, hacia el entretenimiento antes que al incremento de la productividad. Y esto podría comprobarse –o no- si pudiésemos comparar las cantidades de aplicaciones “juguetes” bajadas, versus las aplicaciones técnicas o de cálculo.
Siendo más atrevido, me animo a decir que, con estos mecanismos de marketing, la masa consumidora no devuelve empresarios pujantes y desarrollo industrial generalizado. Por los visto, las NNTT generan jugadores y legiones de “esperantes” a que bajen los precios para entregarse al entretenimiento. Así resulta improbable que surja cada tanto un “Renacido” (**) Hugh Glass capaz de luchar contra osos o dragones de la producción de bienes y servicios a valores competitivos y con rentas “humanizadas”.
Bajo este enfoque, se pone de relieve que es una trampa muy dolorosa cuando el Estado sale a estimular el consumo con las mismas reglas que lo hace el marketing comercial. El Estado –los gobiernos- deben centrar sus esfuerzos al estímulo hacia los beneficios del trabajo aplicando las NNTT. Repetimos: estimular los beneficios que devenga el trabajo, apuntalado por la tecnología. (En otra entrada abordamos la capacidad del Estado para descubrir oportunidades laborales)
Nada más erróneo que pensar que en estas palabras estamos pidiendo un freno al desarrollo científico y tecnológico. Ese es el enfoque más común y deviene de las terribles historias apocalípticas sobre científicos locos o inventos infernales. La desocupación es una preocupación muy real y compleja que nos reclama toda la atención y soluciones concretas(***).

Nunca tantos se entretuvieron tanto con tan poco.


(*) Robert Gordon: economista, profesor en la Universidad de Northwestern.
En la misma línea de pensamiento respecto al techo de los beneficios derivados de la High Tech, están  Thomas Piketty (“El capitalismo del siglo XXI”); Tyler Cowen (“El gran estancamiento”) y Paul Krugman (empatiza con las ideas de Gordon), entre otros.
A favor de la High Tech: Javier Milei, economista argentino experto en temas de exponencialidad, defiende la idea de que el crecimiento real del ingreso es superior al que muestran las estadísticas oficiales. 
(**) Renacido, película protagonizada por Leonardo De Caprio (Hugh Glass), basada en hechos reales, que pone énfasis en la voluntad de superación personal luchando contra las aversidades. 
(***) Richard Sennett es un sociólogo que centra sus pensamientos en la problemática del desempleo en sus libros.





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http://lasocialinformacion.blogspot.com.ar/2016/02/balotaje-2015-el-voto-como-hecho-mas-o.html?spref=bl



Constantemente nos preguntamos ¿por qué siempre AMBA?
Si vamos a lo material, en AMBA residen 1 de cada 3 argentinos. En casi 4000 km2 viven 13 millones de personas, resultando una densidad poblacional de 3300 personas por km2 (Argentina tiene 10,7 por cada km2...).
A su vez, esta región-zona-provincia- mini país, es el parámetro nacional de muchos aspectos, desde los económicos y productivos hasta los culturales. También es la evidencia de un fenómeno demográfico típico de países periféricos y de una enferma estructura centralista.

En esta región conviven todos los matices culturales, socioeconómicos y las tradiciones políticas tanto propias, como las que 'exporta' al resto del país. En este sentido, el centralismo es un fenómeno tan cuestionable como real y argentino.


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